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Antártida
FILATELIA ANTÁRTICA
Colaboración de Juan Franco Crespo
¿Quién fue Julio Popper?
ecientemente, mientras leía un artículo de prensa, venía a mi memoria un trabajo que hacía años me había llegado desde la Argentina sobre una de las páginas más apasionantes de la filatelia del Cono Sur. Miguel Littín, director de cine chileno, recrea la vida del personaje en "Tierra del Fuego", la película se estrenó en España a finales de mayo, en la práctica, apenas pisó este inhóspito territorio, aunque los paisajes siguen siendo soberbios (se rodó, esencialmente, en la verde Galicia).
Julio Popper nació en Bucarest el 15 de diciembre de 1857. Realizó estudios en la Universidad Politécnica de Bucarest y continuó estudios de ingeniería en París; su espíritu aventurero le llevó a recorrer mundo: estuvo en Egipto, Turquía, India, China y Japón, pasó luego por México, Cuba y Brasil, recalando en Buenos Aires, donde fallece el 6 de junio de 1893 a los 36 años en su casa de la calle Tucumán 373 en circunstancias bastante oscuras.
Popper se caracterizó por su vida aventurera, le distinguió su carácter de explorador audaz y su facilidad para lanzarse al mundo de los negocios en los más variados campos, entre ellos el de buscador de oro: el motivo que le ató a la República Argentina. Durante su estancia en la ciudad del Plata corrió como un reguero de pólvora el descubrimiento de ricos yacimientos auríferos en la zona de Cabo Vírgenes (en la entonces casi deshabitada provincia de Santa Cruz, aunque hoy casi continúa intacta en comparación con otras zonas del país). La quimera del oro enganchó fuerte "a los hombres de negocios, corredores de bolsa, acaudaladas familias y un sin fin de especuladores" dispuestos a generar pingües beneficios para sus inversiones. Las exploraciones geológicas se realizaban por los más recónditos parajes siempre con las vistas de un rápido enriquecimiento… Pero no siempre había personal formado para llevar adelante los proyectos, providencialmente aparece nuestro héroe que se enrola en las prospecciones en las deshabitadas tierras australes y generaron no pocos problemas a los políticos de la época que mantuvieron duros litigios entre los dos países que comparten frontera: Chile y Argentina. Allí tuvo varios lavaderos de oro ubicados en El Páramo, Carmen Sylva, Río Grande y San Sebastián.
En muchas ocasiones los hombres sólo son recuerdo en la memoria colectiva por sus referencias en las enciclopedias que, poco a poco, quedan obsoletas y el recuerdo se borra. Sin embargo, nuestro personaje, ha sido y es, un trozo de historia viva que sigue atrayendo a otros aventureros, no sólo el Littín cinematográfico, sino a los que se adentran por los procelosos caminos de la filatelia polar y descubren alguna de las escasas piezas que hizo circular.
Tenemos que pensar que la Patagonia, entonces y ahora, fue tierra límite donde la dificultad de la inhóspita climatología ha preservado una de las zonas más bellas del continente de la contaminación humana y uno puede perderse por caminos solitarios con la sensación de ser el único ser que horada el territorio en estos tiempos donde prácticamente no hay nada que no esté pisado por el ser humano. La Patagonia sigue siendo esa tierra de misterio, de leyenda, de magia, de soledad, que sólo los "aventureros" dispuestos a sufrir en sus carnes la dura prueba del límite, pueden permitirse el lujo de realizar. Es cierto que el hombre ha ido provocando cambios, pero sus comodidades son ínfimas en comparación con las dificultades que uno se encuentra a lo largo de miles de kilómetros de naturaleza virgen y misteriosa. A pesar del siglo transcurrido, poco cambió a como la conoció nuestro personaje cinematográfico que tiene una leyenda en la filatelia gracias a los especialistas polares y patagónicos. Con fecha 6 de mayo de 1892 presentaba un memorial al Ministro del Interior, General Julio A. Roca, especificando que todas las tierras antárticas, al Este del meridiano que pasa por Cabo de Hornos, pertenecen a Argentina, y señalaba: “En las exploraciones que desde hace siete años ha seguido efectuando en los mares australes he reconocido el citado grupo de tierras (archipiélago de las Orcadas y Shetlands del Sur) según el itinerario indicado en el croquis que acompaño”. Su empresa se malogró al fallecer Popper el 6 de junio de 1893, pero en esa época estaban preparándose en La Boca los navíos “El Explorador” y “El Gringuito”.
Los sellos Popper aparecieron en 1881, entonces era responsable de los servicios postales argentinos el Doctor Estanislao Zeballos (a la sazón amigo personal de nuestro aventurero) y quien, a pesar de la amistad, tuvo el coraje de ordenar la tramitación de la denuncia iniciada en la Comisaría de Policía de San Sebastián (Tierra del Fuego) por Don Ramón L. Cortés que se quejaba de la emisión de los sellos realizada por Popper y que acabó llegando al Ministerio del Interior en la capital bonaerense. Las denuncias no llegaron a finalizar y el expediente fue archivado por el Director del Correo Argentino, Carlos Carles, en noviembre de 1892. Por lo tanto habían estado circulando, mientras se aclaraba el asunto, casi año y medio, después continuaría franqueando la correspondencia de nuestro personaje. Fue un sello (también hubo monedas) de carácter local y sólo empleado en Tierra del Fuego. Generalmente -aún ocurre en algunos países- se adhería al dorso de los envíos (recordemos el uso de los sellos de Lundy, Pabay, etc., en el correo del Reino Unido, permitidos también en el lado izquierdo del anverso de los envíos una vez puestos en la red del Royal Mail) y cuando las cartas se remitían a Buenos Aires o hacia el exterior, se franqueaba con la tarifa oficial vigente en el momento que se adhería, normalmente, a la derecha de los envíos.
Los envíos de Popper viajaban a través de un agente que las conducía a caballo por las montañosas tierras australes. Generalmente hasta Punta Arenas y allí las franqueaba con sellos chilenos y la correspondencia era despachada por vía marítima a Buenos Aires o hacia el exterior. Los sellos Popper eran por tanto de carácter local y tenían una misión que cumplir, pensemos que era una manera de hacer conocer un proyecto y una idea que al final se ha convertido en una gran rareza, mucho más cuando es descubierto matasellado por los servicios postales oficiales de uno u otro país. Ignoramos si eran "cancelaciones de favor" o simplemente la aplicación de la norma: inutilizar todo lo que tuviera similitud con un sello de correos.
Lo cierto es que el sello Popper de 10 centavos oro, a pesar de todo, no estaba contra ninguna normativa y su mención TIERRA DEL FUEGO LOCAL no engañaba a nadie que lo recibiera. Hoy es una de las estampillas locales que, por sus especiales características y el territorio en donde se utilizó, sirve para muchas más páginas de álbum de las que seguramente se imaginó su progenitor: aventureros, minería, astronomía, exploración, servicios postales, correo a caballo, temática polar, etc. Fue diseñado por el litógrafo de origen austriaco Rodolfo Soucup e impreso por la casa de Juan H. Kidd y Cía., situada en la calle San Martín de Buenos Aires en pliegos de 100 (10x10). En la parte central lleva la letra P (Popper) sobre un sol encima del símbolo de los mineros: martillo y piquete, rodeados de una banda con la leyenda Tierra del Fuego en letras mayúsculas. En la parte izquierda hay una estrella de cinco puntas y a la derecha el dibujo de un sobre. El marco lleva la leyenda DIEZ CENTAVOS ORO LOCAL que acaba con un 10 en cada una de sus esquinas. Impreso originalmente en carmín, la mayoría de los sellos que han llegado a nuestros días aparecen con un tono rojo apagado.
NOTA:
El presente trabajo está basado en un escrito realizado por el Ingeniero Roberto Jimeno, lamentablemente no nos llegó información de la publicación original en donde apareció el texto. Nosotros lo hemos adaptado y extractado, pero sin alterar la información básica de la fuente. Otros materiales fueron tomados de Mundo Filatélico, Julio Popper: Quijote del oro fueguino, ¿Explorador Antártico? y La última aventura de Julio Popper. Confiamos haya sido una agradable lectura para nuestros seguidores y ojalá disfruten de la película si tienen la oportunidad de verla. Agradecemos sinceramente la ayuda prestada por Jorge Armando Casalia que, desde Buenos Aires, nos facilitó material que permitió la realización del artículo.